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EDUCACIÓN SEXUAL- POR SUPUESTO, PERO… ¿CUÁNDO?

11/Jun/2020

Como sexólogas, nos vemos en la responsabilidad y en la oportunidad, mejor dicho, de exponer varios aspectos fundamentales sobre eso que es y eso que no es la educación sexual y cuando hacerla/recibirla.

La Educación Sexual pretende hacer entender la sexualidad en su conjunto, como una forma de comunicación humana, contribuyendo a que cada persona viva su propia vida sexual, lejos del pudor y la inhibición, a través de la incorporación de un vocabulario no discriminatorio en relación con la sexualidad.

Desde nuestro marco, la Sexología Sustantiva, la Educación Sexual tiene sus propios contenidos, que son todos aquellos que contribuyen a que las personas aprendan a conocerse, a aceptarse y a expresar su erótica de la forma que les haga felices (De la Cruz, 2003).

De entrada, debemos decir que es imposible no hacer Educación Sexual. Educadores/as en lo “sexual” somo todas las personas y lo hacemos con nuestras actitudes, las preferencias e ideas que manejamos, compartimos, toleramos, reforzamos o rechazamos. Somos educadores/as sexuales “en potencia”, en todas las parcelas y ámbitos de la vida, tanto en lo profesional, como en lo social, convivencial e íntimo.   

De hecho, desde el silencio, la evitación o la negación, se educa, sí, y mucho, pero en la una dirección poco recomendable ya que se alimentan el miedo. También sucede que nos bombardean modelos de éxito en torno a la seducción, el reclamo y la influencia que se ejerce entre las personas, de forma superficial e instrumentalizada.

En un momento en que la frontera entre público lo íntimo se desdibuja y nuestra intimidad se condiciona, parece que solo hay una forma de ser-hacer-sentir, que se puede monitorizar, pautar, modelar y forzar, en pro de una falsa felicidad. Esta manera de entender qué es el sexo y como funciona genera mucha insatisfacción, frustración, desencuentros y, de facto, un gran nivel de sensación de exclusión, de “no encajar”, como si pudiéramos meternos en moldes de plastilina y transformarnos en función de la demanda del otr@.

Consiste en incentivar que las personas puedan llevar a cabo un diálogo sincero sobre temas (relacionados con sus vivencias en torno a la sexualidad) en el interior del grupo de iguales, familia o escuela, favoreciendo con ello una ética relacional (Fundación Sexpol, s.f).

Es en el caso de la educación sexual en la infancia el que más preocupa y sobre lo que más se está especulando resultado de la línea generalizada de pensamiento respecto al sexo: el modelo sexual genital (coitalizador y heterosexualizante). Limitarse a las cuestiones anatómicas o a la prevención de riesgos para la salud, supone desvincular la sexualidad de los aspectos propios de las relaciones entre las personas, como la afectividad, los deseos y los sentimientos, devaluarla. Hablamos de “educación de las sexualidades “en lugar de ‘educación afectivo–sexual’, porque consideramos que lo sexual abarca inexorablemente a lo afectivo y, por tanto, es una reiteración añadir este calificativo.

Entender el sexo como un medio o instrumento, para conseguir otras cosas, más que como un hecho inherente a las personas, hace muy difícil comprender y disfrutar plenamente de sus posibilidades que están ahí esperando a ser descubiertas, aprovechadas y gestionadas, para sentirnos mucho más felices.

Emplear el adjetivo “sexual” para referirse a cualquier circunstancia que está relacionada con la sexualidad afianza un modelo reducido de la sexualidad, de la erótica y la amatoria al coito, la anticoncepción y el orgasmo, frente a caricias, besos, masturbación, fantasía, prácticas orales, placeres, etc., haciendo de sexualidades grandes otras más pequeñas. Sobra lenguaje moral y fisiológico y falta gramática e historia de la Sexualidad (Amezúa, 2013), haciéndose necesario el empleo de otro léxico y otras nociones. Al no llamar a las cosas por su nombre, solo conseguimos reducirlas, no explicarlas en su totalidad. Si se tergiversan los conceptos, que son los que nos ayudan a entender o interpretar la realidad, estaremos errados.

Los criterios comunes educativos empleados en materia de Educación Sexual (de  Salud, de Urgencia y de  Normalidad), impiden abordarla de forma integral. El resultado es una educación de la sexualidad erróneamente basada en los problemas, las dificultades y en evitar los riesgos (enfermedades, y las situaciones incómodas relacionadas con el sexo) con programas de “reducción de daños” centrados en la “alarma social”, aunque trabajen desde la perspectiva preventiva.

 

¿Cuándo entonces?

Toda la comunidad educativa (los centros educativos y resto de agentes socializadores a través de los cuales el individuo va desarrollar su actividad social, como la familia, la relación con los iguales, los medios masivos de comunicación), comparten la responsabilidad de hacer una educación sexual que permita a que las personas conozcan y dispongan libremente de su sexualidad, concibiendo que cada persona es diferente, y, sobre todo, que se tiene el derecho a serlo. Por tanto, es necesario entender la sexualidad como una vivencia, no como una conducta, teniendo en cuenta la biografía personal de cada individuo.

Respondemos, por lo tanto, a esta pregunta con un rotundo:” cuanto antes” y lo enfatizamos con un “independientemente la edad que tenga”.

En el caso de la Educación de las Sexualidades (todas) en la infancia, es importante afirmar que la sexualidad infantil existe. Se desarrolla y expresa a través de la curiosidad (observación, manipulación, auto-descubrimientos, fisgoneo o preguntas) y el juego (exploración, imitación e identificación). El sentido y los significados que niñas y niños dan a sus descubrimientos y juegos sexuales poco tienen que ver con los dados por las personas adultas, de manera que sus actividades sexuales se basan en motivos diferentes. Por ello, es importante no interpretar las expresiones de su sexualidad desde nuestra óptica y nuestra experiencia de personas adultas.

A pesar de que debe existir un reparto de responsabilidades, es importante darle la importancia que se merece a las familias (en todos sus posibles formatos) o las que van a serlo, en tanto que modelos de convivencia y fuentes de aprendizaje primarias.  En este sentido, en la medida en que el/la hijo/a perciban como pareja a sus figuras maternas y/o paternas, sentirá que están más capacitados/as para ayudarle e iniciará conductas de acercamiento hacia ellos/as. Las “familias en espera de serlo” (Lobera, 2009) también necesitan Educación Sexual, y fundamentalmente, a las que afrontan un embarazo “no buscado”, pese a que esto no se suele plantear porque se cree que se ha llegado tarde.

Desde los primeros años de vida necesitamos relacionarnos con otras personas que no sean de nuestra familia y con personas de nuestra edad. En los casos en los que además está presente la diversidad funcional, pueden cultivarse, igualmente, las distintas posibilidades que hay en los distintos hombres y en las distintas mujeres. Por ello, hay que procurar que cada persona viva su presente desde sus posibilidades y desde su realidad. Reivindicar la peculiaridad, en el plural de las sexualidades, haciendo visibles todas ellas (Rubio, 2011). Una visión global e interdisciplinar, en oposición a los planteamientos excluyentes y las visiones parciales que niegan toda posibilidad de resolver sus necesidades afectivas y sexuales.

Obviamente es igual de importante y necesario continuar abordando la sexualidad en cada etapa evolutiva. En este sentido, es conveniente entender que son lícitas todas las distintas maneras de sentirse y es bueno dar (nos) permiso para descubrir lo positivo de los cambios que se experimenta en el deseo erótico, las apetencias, los ritmos, etc.  Cada cual puede aprender a conocerse, ya que no existen sexualidades preestablecidas ni iguales para todos/as. Un aprendizaje que transcurrirá y se amplía hasta la Edad madura.

Los/as profesionales, padres/madres y educadores/as se enfrentan con frecuencia a situaciones relacionadas directamente con aspectos de la sexualidad de las personas, como los roles de género, la convivencia o las relaciones entre los géneros.

Existen muchas publicaciones que pueden ayudar a realizar esta labor educativa en los distintos espacios de socialización. En este enlace podréis acceder a una fantástica y variada selección de la mano de Asexovi (Servicio de Educación y Atención Sexual para jóvenes) de Oviedo, Asturies. (descargable aquí)

Desde nuestro espacio en Zaragoza, tienes también otra magnífica sugerencia:  DE SEXO; ES UNA PALABRA DIVERTIDA”. (enlace) http://sexologosonline.es/noticias.php?cnoticia=Sexo-es-una-palabra-divertida

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